sábado, 29 de mayo de 2010

DE LA CAMPIÑA AL URBANISMO COLONIAL

Hace muchos años el desierto andino dominaba el paisaje que solo se transformaba en los meses de enero a febrero por la temporada de lluvias, creando zonas propicias para el pastoreo de la paleo fauna que hacia su recorrido de las altas montañas hacia la costa y viceversa a los paramos andinos.


Esta rutina anual de seguro atraía a muchos depredadores dentro de los que se contaba al hombre primitivo que se sumaba a los rudos tránsitos para trasuntar las rutas de los camélidos tras las preciadas presas que de hecho asegurarían la supervivencia de la tribu.


Este recorrido de cientos de años no solo fue el inicio de una de las historias épicas de la humanidad que finalmente tendrá su corolario en la fundación de ciudades ahora patrimonio mundial, sino que se constituirá en el más ejemplar desafío del hombre de transformar parte del desierto más salvaje del planeta en un lugar habitable para sus descendientes, como lo es el desierto per árido del Atacama y su basto ecosistema.

Esta acción histórica es parte del ingenio humano que tras explorar primero y luego determinar las características geográficas del territorio, implemento uno de los sistemas más complejos de hidráulica que más tarde transformaría la naturaleza en cultura.

En ese escenario histórico, el Chili ocupa un lugar importante, pues es el componente esencial, se auto construyo y luego fue el hombre quien le dio la cuota de humanidad haciendo posible que su vástago el “Centro Histórico de Arequipa” sea elevada al noble titulo de patrimonio mundial.

Pero, esa construcción cultural tiene sus antecedentes en etnias y culturas centenarias, estudiadas lamentablemente de manera tímida, lo cual ha dejado muchas interrogantes históricas, que tristemente en el imaginario local se crea la falsa idea de que Arequipa no poseyó antecedentes preincas, lo que constituye una gravísima injusticia, pues precisamente ese elemento es el que le confiere la esencia misma del diseño territorial y por ende encarna de manera fidedigna la conjunción de saberes locales y foráneos en la concepción ambiental de la ciudad en el nuevo mundo.

La ciudad de Arequipa vista desde el satélite muestra como la trama colonial es surcada por otra que subyace bajo el subsuelo y se ve reflejada en los cocidos de los lotes interiores mostrando evidencias altamente probables de ser las huellas del proceso de colonización del valle del Chili, estas huellas se pueden advertir asimismo en el magnífico plano hecho por el Ing. de Rivero de 1917.

La disposición de esta red prehispánica, presumiblemente tendría antecedentes preincas, esta afirmación se formula como consecuencia de algunos trabajos hechos en el Centro Histórico, que muestran fases anteriores a la Inca por connotados arqueólogos.

La traza rural que se evidencia se despliega de manera diagonal al río, siguiendo de alguna manera las curvas de nivel más importantes, pero que a la vez presenta un desarrollo intuitivo cuasi paralelas entre sí, esto demuestra un nivel muy factible de planeamiento territorial más halla del uso gratuito de la curva de nivel, esta actitud indudablemente crea terrazas más amplias para ser incorporadas como nuevas tierras al plan expansionista de la agricultura por el hombre primitivo.

Así tenemos que el trazado rural prehispánico es preferentemente lineal tendiendo al paralelismo, por una razón económica y de aprovechamiento del territorio; frente a un diseño en parrilla o red de la época colonial, trazado que le confiere una racionalidad geométrica del espacio urbano.

Es muy interesante la superposición de las dos tramas de manera diagonal, este estilo no debe ser fortuito y como en otras experiencias cercanas fue una practica común el superponer los desarrollos urbanísticos y rurales de forma diagonal entre sí para mejor aprovechar los recursos.

Finalmente otro aspecto notable es la coincidencia sospechosa de los hallazgos casuales de material arqueológico, los que después de ubicarlos geográficamente se encuentran en los bordes superiores de los canales, lo cual sugiere que fueron seguramente las fronteras rurales, con un planeamiento de acumulación no sistemático, pero con cierto criterio de beneficio máximo de las tierras.